Hi5, Facebook, MySpace, Tuenti, Twitter, FouSquare… cada seis meses entra en escena una nueva red social, al mismo tiempo que otra cae en desuso. Estamos nadando en un mar caótico lleno de doses, puntos y ceros que en vez de ayudarnos a llegar a la orilla, nos están hundiendo. Nos ahogamos con tanto perfil diferente, por mucho que estén interconectados entre ellos.
En estas dádivas me hallaba inmerso esta tarde en la oficina, entre informe e informe, cuando he llegado a una conclusión, a mi entender la más lógica: las redes sociales están muertas. Bueno, lo estarán. Además, en el sentido literal de la palabra.
Dentro de no mucho tiempo, en vez de tener perfiles online y una cuenta en cada uno tendremos nuestro yo digital. Llámalo un ente, un ser o una serie de código html (o lo que sea) encriptado que nos represente en este mundo de ceros y unos. Este yo digital será un escaparate de nosotros mismos, de muchas maneras. Por un lado, podremos compartir las fotos como hacemos en flickr. Por otro, nos comunicaremos con nuestros amigos. Otra de sus funciones será ejercer de currículo online, como lo hace linkedin. Todo estará en el mismo sitio, y restringiremos a los visitantes el acceso a la diferente información en función a nuestra relación con ellos:
Posibles clientes? No les interesa la juerga del otro día en casa del primo Totolo. Nuestros amigos? Vale, podremos compartir con ellos aquella receta de dry Martini que aprendimos la semana pasada.
Será como las carpetas de las adolescentes, sus habitaciones, o tu colección de vinilos, que dejarás firmar, entrar o escuchar a quien tú elijas.
Y todo en un solo clic. Y alguien se atreverá a llamarlo red 3.0