Siempre que viajo en bus o tren me parece que el mundo se queda en "stand by". Lo que dura el trayecto es un tiempo regalado que, como el 90% (siendo generoso) de las películas que ponen en autobuses o trenes son una basura insoportable (dos hermanos, mia sarah, pretty woman...), puedes aprovechar para bucear un poco en tu cabeza.
El viaje, más que un desplazamiento del punto A al punto B, es paréntesis en la vida. Es el úncio momento en el que eres capaz de mirar tu propia existencia de una forma más objetiva; te desvincula de tu propio ser (a ver, no en plan metafísico, ni "drogadíctico", no flipes) y te da la oportunidad de verte desde fuera.
El viaje, más que un desplazamiento del punto A al punto B, es paréntesis en la vida. Es el úncio momento en el que eres capaz de mirar tu propia existencia de una forma más objetiva; te desvincula de tu propio ser (a ver, no en plan metafísico, ni "drogadíctico", no flipes) y te da la oportunidad de verte desde fuera.
¿Cuántas decisiones, determinaciones, ideas, planes, ilusiones han nacido en uno de estas pausas de la vida? Son momentos para pensar. Pensar en todo y en nada, desde reflexionar sobre aquello tan profundo que leíste en una servilleta, hasta en las más absolutas nimiedades, que resultan ser las que de verdad nos quitan el sueño. Pensar en el pasado, lo que fue, lo que pudo ser. Pensar en el futuro, lo que quieres que sea, lo que será.
Creo que lo mejor de estos viajes es que escapas del presente. Por unas horas, deja de existir el ahora, estás en pausa, y eso me gusta.
Creo que lo mejor de estos viajes es que escapas del presente. Por unas horas, deja de existir el ahora, estás en pausa, y eso me gusta.
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